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¿Todavía no tienes Linux? Aquí 10 razones por las que ya estás tardando.

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Muchos de vosotros habréis escuchado hablar de Linux (o en su defecto de Ubuntu, Linux Mint, Arch, Debian u otras distribuciones) pero igual nunca habéis tenido ninguna razón para dejar atrás Windows y darle a Linux una oportunidad (aunque ambos sistemas operativos no son excluyentes, se pueden tener ambos a la par particionando el disco duro de vuestro PC). Por ese motivo, aquí os dejo 10 razones por las que deberiáis darle una oportunidad a Linux. No os arrepentiréis.

1. Software de código abierto, libre y gratuito.

Esta primera razón no os puede parecer mucho a priori, ya que hay bastantes formas de conseguir un Windows «gratuito» *cofcofRemoveWATcofcof*, pero la gratituidad no es lo único que hace interesante a Linux como sistema operativo. Linux y sus distribuciones son software libre, y por tanto son de código abierto. Esto es, que cualquier persona puede revisar el código del sistema operativo, de modo que esto previene la inclusión de sentencias que comprometan la intimidad del usuario, así podemos estar seguros de que nuestros datos no se envían a algún sitio sin nuestro consentimiento y que no existen agujeros de seguridad en nuestro sistema.

Pero no se quedan ahí sus ventajas, ya que al ser software libre cualquier persona con conocimientos de informática puede hacerse con el código, modificarlo a su gusto e incluso crear nuevas distribuciones que se ajusten a las necesidades de un determinado grupo de usuarios. Es decir, el usuario tiene un completo control sobre su máquina.

2. La seguridad.

A cuántos nos habrá dado un infarto por culpa de la mujer de Avast diciéndonos a todo volumen que «su base de datos de virus ha sido actualizada». Que sí, que buscando por el menú de preferencias hay una opción para desactivar los mensajes de voz, pero eso cuando te lo acabas de instalar no lo sabes. Pues bien, este problema en Linux no existe. ¿Será que allí la opción de los mensajes de voz viene desactivada por defecto? No, señoras y señores, es porque en Linux no necesitas antivirus ninguno. Ni anti-malware. Nada. Linux está bien diseñado y blindado contra la entrada de esos virus y malwares tan molestos que te instalan barras y barras en el navegador hasta que no queda espacio ni para mostrar la web.

Esas barras que te quitan las ganas de volver a navegar por internet.
Esas barras que te quitan las ganas de volver a navegar por internet.

Y también me vuelvo a referir en este apartado a la seguridad de los datos privados de los usuarios, relacionado directamente con que Linux sea de código abierto y éste se pueda consultar en cualquier momento, cosa que no sucede con Windows (de hecho, os sorprenderíais de la cantidad de cláusulas en contra de nuestra propia privacidad que aceptamos cada vez que le damos a «Acepto los términos y condiciones» sin siquiera haberlo leído).

3. Puedes elegir entre decenas de distribuciones.

Cada ordenador y cada usuario son diferentes. Hay ordenadores con mejores y peores prestaciones y con más o menos años de servicio, del mismo modo que cada usuario busca cosas distintas cada vez que enciende su PC: navegar por internet, programar, jugar, etc. Si sabemos que esto es así, ¿por qué conformarnos con un sistema operativo como Windows que es igual para todos los ordenadores y usuarios? (Bueno vale, están las versiones de 32 y 64 bits y las versiones antiguas (XP, vista, 7), pero no dejan de ser actualizaciones sobre una misma base).

En Linux, por contra, existe un amplio abanico de distribuciones para escoger, cada una con sus puntos fuertes, destinada a un tipo de PC y a un tipo de usuario. Por ejemplo, si tienes un PC viejo que tarda años en encenderse o en ejecutar cualquier programa, seguramente te interesen las distribuciones más ligeras de Linux, como por ejemplo LXLE o Lubuntu, entre otras. Hasta hay una distribución para bioinformáticos: Bio-Linux.

4. Facilidad para encontrar e instalar nuevos programas.

Instalar programas en Linux también suele ser mucho más sencillo que en Windows. Para empezar, distribuciones como Ubuntu cuentan con un centro de software. Esto es: un programa con un buscador en el que escribes el nombre del programa que deseas instalar. Si este está en los repositorios de Ubuntu, te aparecerá una página de descripción y un botoncito de «Instalar». Le das al botón y ale, ya tienes tu programa instalado. Por otro lado, también se pueden instalar programas desde la terminal, si los paquetes están en el repositorio, mediante un solo comando: sudo apt install nombre-del-programa. Si el programa no está en los repositorios oficiales de la distribución generalmente sus desarrolladores suelen ofrecer repositorios para sus programas, que puedes añadir a tu sistema para disfrutar de las ventajas anteriormente mencionadas. Finalmente en Linux también encontramos archivos ejecutables que se descargan de las páginas oficiales de los programas en los que estás interesado (por ejemplo Skype o Spotify), que mediante un solo click al ejecutable, te instalan el programa.

Todo esto permite que no se cuelen instalaciones de otros programas mientras estás instalando el que a ti te interesa, cosa que puede ser excesivamente molesta y que en Windows es el pan nuestro de cada día *cofcofSoftoniccofcof*.

5. Fácil de actualizar.

A todos nos ha pasado. Enciendes el ordenador con Windows y, cuando ya por fin entra en el escritorio, empiezan a aparecerte mini-ventanas diciéndote que tienes que actualizar tal y cuál programa. Por no hablar, de la de actualizadores que se ejecutan en segundo plano y que hacen que el ordenador vaya más lento de lo que debería. O incluso de las actualizaciones del propio sistema operativo, que ralentizan el apagado y encendido del ordenador con eso de «Instalando actualizaciones» y «Configurando actualizaciones».

Parece que Windows siempre decide que necesita instalar actualizaciones cuando más prisa tienes por apagar el PC.
Parece que Windows siempre decide que necesita instalar actualizaciones cuando más prisa tienes por apagar el PC.

Pues bien, este es otro problema que en Linux nos ahorramos. Allí, todas las actualizaciones de todos los programas se manejan como un todo, ya sea gráfica y/o automáticamente con el Centro de Software (que te avisa cada cierto tiempo de las actualizaciones que tienes pendientes y que con darle a un botón te actualiza todos los programas de un tirón) o mediante la terminal, con dos líneas de comando sencillísimas: sudo apt update y sudo apt upgrade. Y voilà, todos tus programas y tu SO actualizados. De hecho, con la última versión de Linux (4.0) ya ni siquiera hace falta reiniciar al actualizar drivers y partes esenciales del sistema operativo.

6. No hace falta mantenimiento.

Igual algunos estaréis pensando «bueno, en Windows yo tampoco hago mantenimiento». Mal hecho. Muy mal hecho. Dos tareas de mantenimiento esenciales para Windows son: pasar programas de limpieza como CCleaner de forma frecuente y desfragmentar el disco duro cada cierto tiempo. Y si no lo hacéis, sufriréis muy duramente las consecuencias.

Si ahora que habéis descubierto esta sorprendente información, os puedo decir que en Linux no hace falta ni limpiar registros (o arreglar los errores de éste) ni desfragmentar el disco duro. En Linux se puede elegir entre distintos sistemas de ficheros, y todos ellos se caracterizan por tener un mejor diseño y ser más eficientes que el de Windows. De hecho todos ellos son altamente configurables y algunos están diseñados para rendir mejor en determinadas circunstancias. Un ejemplo de esto podría ser XFS, que se comporta excepcionalmente bien manejando ficheros muy grandes.

 7. Altamente configurable.

 Ya he comentado antes que existen decenas de distribuciones de Linux para instalar en tu ordenador, cada una con sus ventajas y desventajas. Pero la configurabilidad de Linux no se queda ahí. Los cambios que puedes hacer a nivel de interfaz gráfica son prácticamente inagotables: se puede cambiar el programa gestor de archivos, el gestor de ventanas, el escritorio, los iconos, los temas, etc. Vamos, que si te aburres cada cierto tiempo de tener siempre el mismo interfaz de escritorio, con Linux puedes dedicarte a hacer todas las combinaciones que quieras.

Nosotros elegimos exactamente qué queremos que tenga nuestra máquina, y si algo no nos gusta podemos perfectamente cambiarlo. Si bien esto puede ser problemático en distribuciones que ya vienen con una gran cantidad de paquetes instalados y configurados, como Ubuntu o Fedora, también existen distribuciones especializadas para instalaciones desde cero, como pueden ser Arch Linux o Debian. Una ventaja añadida es que si el programa a instalar es también de código libre (y la gran mayoría lo son) podemos elegir compilarlo desde el código fuente en nuestra propia máquina, ya que un programa compilado en nuestra máquina siempre rendirá mejor puesto que se adapta a las características de nuestro procesador y podemos deshabilitar ciertas funciones que no utilicemos.

8. Siempre nos quedará PlayOnLinux/Wine.

Vale. Me habéis pillado. Si bien en los últimos años cada vez más programas está ofreciendo compatibilidad con el entorno Linux y la tendencia es que cada vez más lo hagan, hay algunos que todavía no han dado el salto. También puede darse el caso de programas que tienen otros programas hermanos «libres» que sí están disponible para Linux, pero no tienen la misma calidad que los programa comerciales.  Y vaya, casualmente ese programa comercial está para Windows y MacOSX, pero no para Linux. Un ejemplo que viene rápidamente a mi mente es el paquete Microsoft Office. A pesar de poder encontrar paquetes ofimáticos libres de gran calidad (LibreOffice, por ejemplo), suelen dar problemas a la hora de leer archivos .doc y .docx, y las interfaces y opciones están más limitadas que en su hermano de Microsoft.

Que no cunda el pánico, todo en la vida tiene soluciones. En Linux existe un programa llamado PlayOnLinux, que es básicamente un gestor que hace más fácil trabajar con el emulador* de Windows, Wine: escoges de una lista el programa que quieres instalar, seleccionas la imagen de disco o el instalador, y PlayOnLinux te lo instala y configura sin problemas. Es cierto que no funciona con todos los programas habidos y por haber, pero con los más famosos no suele dar problema (Microsoft Office 2010 funciona prácticamente perfecto).

Y bueno, si no siempre podéis instalar Windows en una máquina virtual, como pueda serlo VirtualBox, y ejecutar el SO desde ahí. O hacer una partición en el disco duro. Será por opciones.

9. Básico para el mundo de la bioinformática (y la informática en general).

Por suerte, en el mundo de la investigación hay una tendencia creciente a usar software libre (igual los recortes en I+D están ayudando… Quién sabe). Y dado que Linux es el SO libre por excelencia, muchos de estos programas están optimizados para funcionar perfectamente en este SO, e incluso muchos veces están incluidos en los repositorios oficiales de las distribuciones.

Además, todos los servidores funcionan con Linux. Si estás en el campo de la bioinformática (o informática en general) podría apostarme un brazo a que alguna vez te tocará acceder a un servidor remoto… Y si lo intentas con Windows igual acabas llorando en un rincón después de pasarte horas configurando e instalando programas. En cambio, en Linux con un simple «ssh -X» todo empieza a rodar sin problemas.

 10. Cuanto antes empieces, antes lo dominarás.

Hay tiempo para todo en la vida. Pero para qué seguir invirtiéndolo en compañías chupasangres que no apuestan por el código abierto, si no más bien por la obtención de datos privados de sus usuarios. Así que lo dicho, cuanto antes empieces, antes dominarás Linux y antes te sentirás un hipster de la informática (y realizado como persona, claro).


Notas:

*Wine no es un emulador, de hecho su propio nombre es un acrónimo recursivo en inglés que lo indica: Wine Is Not an Emulator. Por esta misma razón ofrece un rendimiento similar al programa funcionando en Windows, y en raras ocasiones incluso superior. Su funcionamento es demasiado complejo como para detallarlo aquí, resumámoslo de forma imprecisa en que «convierte» aquellas partes del programa que no son compatibles con Linux a código que sí lo sea. Esta conversión se hace en la ejecución del programa, es decir no modifica los archivos originales.

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